El tren número 4, que conecta Manhattan con el Bronx, da una muestra cada día del nivel de segregación socioeconómica que tiene la Gran Manzana. Cuando se cruza la calle 150 el nivel de ingresos ha caído desde 180.000 a 45.000 dólares anuales y el desempleo se ha duplicado, a la vez que desciende la esperanza de vida. Aquello de dime tu código postal y te diré como andas de salud, se aplica sistemáticamente, como la genética molecular…Aunque se pueda actuar contra ello…
En el siglo diecinueve, un grupo de judíos alemanes fundó en Nueva York una asociación de filantropía llamada Montefiore, para ofrecer alojamiento y cuidados paliativos a los más desfavorecidos. Sin embargo, barrios como el Bronx sufrirían durante el paso de los años el azote de muchas enfermedades (sífilis, tuberculosis, hepatitis C, SIDA), situaciones que iban más allá de lo que la cobertura inicial de esta asociación podía afrontar.
Más adelante, ya en los años 70 del siglo pasado, Montefiore se inició en el desarrollo de una medicina social y comunitaria, entendiéndola como instrumento para mejorar la justicia social. Para ello desarrolló programas de atención urbana y residencial; con elementos por ejemplo de atención primaria, programas de deshabituación con metadona o atención domiciliaria.
Actualmente, el sistema de salud Montefiore ha ganado músculo y cuenta con un modelo que evoca a un sistema público de salud a la europea dónde tienen cabida la investigación, asistencia y docencia (1.323 residentes). La asistencia, a su vez, se articula con centros de atención primaria, hospitales terciarios (7 centros) y los ya comentados sistemas de atención a domicilio. Llegando a alcanzar una fuerza laboral de 23.000 empleados.
A pesar de tener un brazo sanitario tan potente, este sistema es consciente que a la salud se llega a través de la educación, la vivienda, el trabajo, los espacios públicos y el transporte. Así por ejemplo, se aborda la educación sanitaria en el ámbito escolar como aspecto significativo, así como las alianzas con instituciones del ámbito de la atención social. Abandonando así, paradójicamente, la narrativa de la tecnificación biomédica como cura a todos los males de la sociedad en la tierra de Silicon Valley…
Respecto a su sistema de gestión destacar:
- La financiación recaía inicialmente fundamentalmente sobre Medicaid y Medicare. Con la crisis económica de los 90, se tuvieron que plantear una aproximación parecida a Kaiser Permanente, actuando como aseguradora con contratos de riesgo compartido por grupos poblacionales. Para ello expandieron su cobertura poblacional hasta 3 millones de ciudadanos, y diseñaron una estructura de gestión para modular los riesgos: el Care Management Organisation (con 1.000 empleados). La gestión del ahorro de recursos de este sistema incentiva el managed care desde Primaria, haciéndolos participes de los excedentes que se generasen.
- A nivel de RRHH, potenciaron la multidisciplenariedad en los equipos (médicos, enfermería, trabajadores sociales,…). Sobre todo en atención primaria con el uso de los case management teams and processes. Así mismo, se cuenta con centros asistenciales docentes propios para crear talento.
- La gestión de la calidad se asentaría en el principio del “plan-do-check-act” y todos los sistemas de información se orientarían en este sentido (p.e. historia clínica electrónica), así como los sistemas de “transición asistencial” entre dispositivos y centros de diferentes niveles y recursos.
Se puede concluir, después de este análisis, que los elementos de éxito del sistema Montefiore son: visión y liderazgo, gestión del talento, financiación capitativa a riesgo, estructura organizativa con recursos compartidos, continuum asistencial, alianzas entre proveedores y el tamaño poblacional a gestionar.
Sin embargo, está claro que no se pueden exportar con “cortar y pegar” sistemas sanitarios de gestión como se menciona el texto. Pero es interesante analizar sus ventajas para aprender de ellos.
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Fecha: 11/11/2018