El 23 de abril se publicó el libro “La alfabetización en salud: de la información a la acción”, un libro compuesto con interesantes aportaciones de gentes vinculadas con la Comunicación en Salud, coordinadas por Ignacio Basagoiti.
La comunicación en salud siempre ha sido un tema importante con escasez de recursos. Los profesionales sanitarios, con la presión asistencial, docente y en algunos casos investigadora, le dedican –en general-, rincones de su valioso tiempo. Los comunicadores de prestigio, por otro lado, no se meten donde no hay negocio ni share. El gobierno en tiempos de crisis, no lo considera como un objetivo prioritario.
Suerte que la Educación Terapéutica en grandes temas como la diabetes demostró, hace ya muchos años las ventajas de dedicar tiempo y esfuerzo en formar al paciente en su autocuidado. Un paciente que consigue controlarse mejor tiene menos complicaciones por lo que gana en calidad de vida y en coste para el sistema. Como decía Joan Carles March en un reciente artículo en El País:
“Los pacientes competentes en el manejo de su salud logran de forma más rápida, eficaz y adecuada los resultados. O dicho de otra forma, los pacientes con bajas competencias en salud tienen dificultades en lograr mejorías en las pautas de la medicación, gestionar las visitas médicas como las urgencias, comprender las instrucciones del alta hospitalaria, seguir indicaciones preventivas,…Por eso es mejor invertir en la formación de pacientes que plantear estrategias de multar a los pacientes por “abuso” en sus visitas a urgencias.”
En un interesante post, el director de salud de Microsoft, Bill Crounse, titulado “Activación de pacientes y fin del modelo de aseguradoras” (Patient activation and the end of health insurance companies), además de reflexionar sobre el posible avance del modelo americano de provisión de asistencia hacia entidades mixtas aseguradora-proveedora de servicios, tipo Kaiser Permanete, destaca la importancia para que el modelo sea eficiente de la “activación del paciente”. La activación-autonomía del paciente, medida mediante un cuestionario denominado PAM (Patient Activation Measure), es introducida como un factor clave. Considera Crounse que, para que el modelo funcione, los pacientes se deberían situar en los niveles 3 y 4 de la escala. Y para alcanzar esos niveles es necesaria la alfabetización en salud.
Y respecto al nuevo libro, además de recomendar su lectura, comentar que tuve el privilegio de realizar una pequeña aportación, sumando algunas reflexiones en el capítulo “La comunicación entre pacientes y organizaciones” que espero que sean de interés. ¡Suerte con esta iniciativa y las que hagan en este sentido!