El pasado mes de mayo, Ene Oldenburg, una alta directiva de Ernst & Young’s Advisory Health Care Practice proponía en un artículo de HISS, From Compliance to Engagement: Reimagining the Patient Relationship, la diferencia entre el compromiso (engagement en inglés) de un paciente y su adherencia al tratamiento.
Durante muchos años, en la asistencia sanitaria, se ha celebrado el paciente cumplidor, que atiende y asiente ante las instrucciones del plan de tratamiento y presenta, en general, pocas objeciones. Un estudio de 2005 titulado, “El desafío de Adherencia“, señala lo mucho que este tema se ha estudiado en la asistencia sanitaria:
“La literatura de investigación sobre la adherencia del paciente es muy amplia. Durante los últimos 50 años, se han producido 32.550 citaciones de cumplimiento relacionados en PubMed y 10.087 en PsychLit. De estas citas, más de 2000 representan los artículos de investigación empírica”
El tema está tan bien estudiado, porque es muy importante: un artículo publicado en mayo de 2012, estimó que el costo de la falta de adherencia EE.UU. para sólo tres condiciones (diabetes, hipertensión y mal control del colesterol) fue 105.8 mil millones dólares en 2010, o un costo promedio de 453 dólares por adulto de EE.UU.
El lenguaje de la pasividad
Comenta Oldenburg que la palabra, “cumplimiento” tiene connotaciones de pasividad, de seguir órdenes, de seguir a un líder. Se ha enseñado a los pacientes que su papel es el de ser pasivo en relación con el sistema sanitario, siguiendo las órdenes de sus médicos o proveedores. Pero también preocupa que los pacientes no se responsabilicen de su propia salud. Y si realmente queremos desarrollar una cultura en la que los pacientes y sus cuidadores participan plenamente en su salud y cuidado de la salud, debemos cambiar nuestro lenguaje sobre “cumplimiento” y “adhesión” al lenguaje que incorpora el papel del paciente y el cuidador como socios para decidir en un plan de acción en lugar de receptores pasivos.
Cambiando “cumplimiento” por “compromiso”
El Centro para la Promoción de la Salud hizo un trabajo recogiendo la importancia de cambiar este lenguaje desarrollando una nueva definición del compromiso: ¿Cuál es el compromiso y por qué es importante” Ellos definen el compromiso como:
“Acciones que los individuos deben realizar para obtener el mayor beneficio de los servicios de salud disponibles para ellos.”
“Esta definición se centra en los comportamientos de los individuos en relación con su cuidado de la salud, que son fundamentales y mas próximos a los resultados de salud, que las acciones de los profesionales o políticas de las instituciones.”
“El compromiso no es sinónimo de cumplimiento. El cumplimiento significa un individuo obedece a una directiva de un proveedor de atención de la salud. Compromiso significa que una persona está involucrada en un proceso a través del cual él o ella se armoniza la información robusta y asesoramiento profesional con sus propias necesidades, preferencias y habilidades con el fin de prevenir, controlar y curar la enfermedad.”
Oldenburg señala que no se puede ignorar el aproximadamente 40 por ciento de los pacientes que no siguen los criterios de tratamiento recomendados, con consecuencias adversas para su propia salud, pero tampoco las muchas causas del problema. Oldenburg opina que el modelo mental empleado en realidad puede promover el problema que se intenta resolver. Re-imaginando la relación paciente Oldenburg propone que en lugar de un modelo en el que los proveedores planifican y distribuyen los planes de tratamiento y el papel del paciente es seguir ciegamente las instrucciones, reinventar la interacción y la relación, y así:
- Planificar la atención con los pacientes en lugar de para los pacientes.
- Elaborar el plan de tratamiento hablando con el paciente y su familia acerca de su estilo de vida, perspectiva, motivaciones y barreras.
- Elaborar un plan de ayuda y apoyo en la comunidad en línea y presencial.
- Cambiar el idioma de la “adhesión” a la “colaboración” y de “cumplimiento” a “asociación”.
- Incorporar las metas que se han diseñado por el paciente, en su idioma y no sólo las diseñadas por el proveedor de atención médica o entidades externas.
- Y que, a pesar de que se dediquen los mejores esfuerzos en colaboración, siempre habrá pacientes que querrán que sus médicos y sanitarios tengan el control y se opondrán a un cambio de rol. También aquellos que – a pesar de sus mejores intenciones – no cumplirán con sus objetivos.
Habrá que encontrar nuevas formas de llegar a estos pacientes y ayudarles a dar los primeros pasos hacia el compromiso. Y encontrar un nuevo lenguaje para describir estas interacciones y con ello “armonizar la información robusta y asesoramiento profesional con sus propias necesidades, preferencias y habilidades con el fin de prevenir, manejar y curar la enfermedad”.