La irrupción masiva de los dispositivos móviles personales nos hace percibir la inmediatez de un cambio importante en la provisión de servicios de salud. Y hay muchas piezas que propician el cambio. Hay una suficiencia tecnológica (a diferencia de la imagen que acompaña esta entrada, pues en los años 20 la televisión existía sólo como algo experimental). Y los avances en la medicina del s.XX han propiciado un descenso en la mortalidad, lo que ha permitido un envejecimiento de la población, y con ello una mayor incidencia de las enfermedades crónicas, que a su vez han incrementado los costes sanitarios.
En los dos lados del atlántico -Estados Unidos con su ejemplo de Kaiser Permanente y Europa (Wagner 1998 ) y las directrices de la Unión Europea- convienen que una buena forma de afrontar la cronicidad es la activación/alfabetización del paciente. Así se conseguiría un paciente mejor cuidado, y por lo tanto con menos complicaciones. Este resultado beneficiaría al paciente y a la economía de los sistemas de salud (menos complicaciones equivale a menos asistencias costosas). Una situación win-win, que dirían los consultores.
Pero, ¿que hay de promesa y “titular” y que hay de realidad en este nuevo paradigma?
- Hay indicios claros que el paciente activado /alfabetizado/empoderado es un buen objetivo. Pero no hay tanta claridad en cómo conseguirlo, ni con que medios. Que tipo de educación funciona y cual no.
- Se habla del paciente y su colaboración con el equipo de salud, pero se mide mas al paciente que al proceso y las capacidades y oportunidades de “coaching” de los profesionales, y su encaje en el proceso asistencial.
- ¿Como introducir la teleasistencia en el engranaje presupuestario y de servicios de la asistencia pública?
- A pesar de que tecnológicamente es viable, aún no existe una Historia Clínica única y compartida, por un problema de ponerse de acuerdo con arquitecturas de datos y estándares (a pesar de logros como el HL7, dicom y CIE).
- Un dispositivo móvil personal puede convertirse ya, con relativa facilidad, en una interfaz de un dispositivo móvil médico, como un tensiómetro o un glucómetro, por ejemplo. Pero además del seguimiento continuado (en lugar de periódico) de datos y un informe personalizado -ambos elementos muy interesantes-, ¿cómo integrar esta información en una historia clínica personal?
- ¿Cómo pasar de la cantidad ingente de datos del seguimiento continuado personalizado a los datos relevantes para registrar en la Historia Clínica?
En muchas ocasiones nos fijamos más en la tecnología que en los procesos, quizás porque esta resulta mas tangible, mientras que los procesos -que son también condición necesaria- no tanto.